jueves, 12 de enero de 2012

Como cada día




María, se levanta y cómo cada día se lava la cara y se dispone a salir de casa, son las 7 de la mañana,  como un pensamiento rutinario piensa , si cada día de su vida será igual. Cuando iba al colegio María pensaba que al llegar a bachillerato su mundo cambiaria, estudiaría otras cosas y se acercaría más a conocerse a si misma y el mundo que la rodea. Cuando llego a bachillero todo seguía igual, se había equivocado era en la universidad cuando todo cambiaria, pero en la universidad todo era igual, la gente no cambiaba y María dudaba si el aprender aquellas asignaturas la hacían comprender o todo lo contrario. Pero esta vez ya no podía equivocarse, era el final, sabia que al salir, buscaría un trabajo donde poder desarrollarse, dar al mundo lo que ella podía aportar, crecer  y acercarse a la verdad.

Lo cierto es que María, se levantaba desde hacia mas de 10 años a la misma hora , para ir al mismo lugar, hablar de los mismos temas, ver a la misma gente y discutir por las mismas cosas. María sabía que ya no se equivocaba más, la vida es así y nada podía hacer.

Después de un día de trabajo como cualquier otro, donde la mayor novedad fue que el pan del menú era integral, volvía a su casa, cansada y sin ganas de quedar con sus amigas. María se puso a llorar sola en el suelo del salón, dándose lastima de si misma, llorando por que nunca consiguió lo que se proponía, por haberse hecho ilusiones con algo que nunca iba a existir, lloraba por saber que nada podía hacer por volver a soñar y creer que conseguiría salvar el mundo, se quedó en silencio un buen rato y como cada día decidió secarse las lagrimas, levantarse, abrir la nevera, coger una tableta de chocolate, y se dirigirse a su mejor amigo…el televisor.



La televisión no la contradecía, la entendía, veía día a día historias donde se sentía identificada, su gran amigo no le reprochaba, acallaba su conciencia, la hacia olvidar como se encontraba, la entretenía y le permitía pasar tiempo sin pensar. Todo lo que cualquier persona que trabaje sin ganas, desearía. Por fin estar en paz.

La televisión era su nuevo amigo, incluso con su novio María pasaba horas viendo vidas de gente que sufría más, noticias que la hacían darse cuenta de lo egoísta que era cuando minutos atrás lloraba por sentirse la persona mas desgraciada del mundo, las noticias la avisaban de lo mal que esta el mundo y de la suerte que tenia de poder vivir para trabajar. Y es que las cosas están muy mal.

Al día siguiente después de un día de 8 horas durmiendo, 8 horas de trabajar 4 de televisión y otras 4 para lo demás, volvía a sonar el despertador, tener su pensamiento rutinario y otra vez vuelta a empezar. Pero siempre con la esperanza y seguridad de saber que cuando volviera a casa, su gran amigo el televisor la esperaría para darle todo lo que ella necesitaba.  María, entendía cada noche al llegar y  gracias a su televisor que: los sueños, sueños son, y que no se debía quejar.